Cuando conocí a Renata y a Luis Miguel para tomar las fotos de su boda, inmediatamente me di cuenta que eran una pareja demasiado especial y muy muy fregona. Transparentes, divertidos y con muchísima chispa.
Ellos se conocieron hace años atrás.. Pero fue un lunes en San Nico comiendo gorditas de nata, cuando decidieron empezar a escribir su historia juntos, como equipo. La verdad es que al estar con ellos puedes percibir fácilmente su conexión tan cool y pasar un buen rato. O por lo menos a mi, me hacen reír un montón.
Moi supo que sin duda ella era la indicada, cuando un 14 de febrero se le descompuso su bochito verde botella y Renata se bajó en tacones y todo a ayudarlo a empujar. Y así son ellos.. espontáneos y dispuestos a darlo todo juntos. Haberlos acompañado el día de su boda tan cerquita, fue una gran aventura y algo que recordaré con mucho cariño siempre.
Una hacienda del siglo XVII a las afueras de Guadalajara, fue el lugar perfecto que eligieron para celebrar al máximo su más grande apuesta. Y yo, tuve el privilegio de capturarlos para siempre a partir de su first look, y ser testigo de que cuando las parejas son también mejores amigos, la relación es lo más top.