Marce es mi hermana mayor, es dos años más grande que yo y en la vida hemos compartido todo: ropa, cuarto, descubrimientos, sueños y aventuras. Risas y lágrimas. Siempre ha sido para mi referencia, ejemplo y cómplice. Su serenidad, buen gusto y su forma de hacer bien las cosas es algo que la caracteriza. Cuando me dijo que quería que fuera yo quien tomara las fotos de su boda, supe que habría muchas cosas que estaría limitada a hacer, pues yo en todo momento estaría detrás de la cámara. Pero la idea de poder inmortalizar todas las emociones que viviría en su gran día, me emocionaba muchísimo; pues tomar fotos no consiste en retratar aquello que vemos, sino aquello que sentimos.

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Desde que Marce conoció a Pablo noté algo nuevo en ella, algo que no había visto antes en los más de veinte años de conocerla. Algo que la hacía ser mejor, pero sobre todo más feliz. Pablo llegó a su vida para quedarse, y su boda fue un claro reflejo de su relación: su sencillez, cercanía y autenticidad.

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Mi mamá era la más emocionada casando a su primera hija, y mi abuela no paraba de llorar de felicidad. Éramos tantos los que celebrábamos junto con ellos su "sí", que la capilla se desbordaba de familia; porque eso se sentían todos los invitados, familia. 

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Me quedo con muchas cosas de ese día.. Y me alegra saber que no será solo un recuerdo que quedará grabado en mi cabeza y en mi corazón, sino que quedará también inmortalizado para siempre a través de estas fotografías.

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Los quiero mucho Marce y Pablo.