Era un viernes a las 5:30 pm en plena cuarentena de COVID-19 cuando sonó mi teléfono. Era Christian emocionadísimo contándome que se casaría al día siguiente, y que quería que tomara las fotos de su boda. Siempre he tenido tiempo para conocer a los novios meses antes de la boda y para irme preparando mentalmente.. porque en una boda se viven un montón de emociones a tope. Pero esta vez Lore y Christian se la estaban jugando por amor, y yo quise también jugármela junto con ellos.

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En la Iglesia estaban presentes únicamente los papás y hermanos de los novios. Lore y Christian prometieron amarse “en la salud y en la adversidad” y ese día tocó adversidad. La boda que habían planeado desde hace meses, ya no era igual: ni flores, ni fiesta, ni amigos y demás seres queridos… Tan solo lo esencial. Dos personas decididas a apostarlo todo por amor. Solo estábamos quince personas en la ceremonia. Y Dios. Yo tuve el privilegio de tomar las fotos y ser testigo de algo tan grande. Nos tocó mantener la distancia, y sin embargo, tan unidos todos.
 

Dadas las circunstancias, no pudieron conseguir ninguna terraza para reunirse después del sacramento. Así que la cochera de su ahora hogar, fue el escenario en el que celebraron su sí para toda la vida.. hasta bailaron el vals en una pequeña jardinera!
 

No hay dos historias iguales. Hay parejas a las que estas mismas circunstancias les han hecho posponer sus bodas. Y es igualmente comprensible. Y respetable. Porque no hay ni dos historias, ni dos situaciones, ni dos respuestas iguales. Pero a mí su decisión me pareció tan auténtica, tan real, tan valiente, tan llena de fe y amor.
 

Si hubieran estado ahí, tampoco hubieran parado de sonreír viéndolos así de felices.. Lore y Christian: gracias por haberme hecho parte de su historia.