Son tantas las emociones que vuelvo a sentir cuando recuerdo la boda de Dani y Jaime, y la verdad es que las palabras se quedan cortas al intentar describir todo lo vivido en su gran día.

 

El vestido que llevaba Dani era arte puro cargado de un valor sentimental único. Y es que su mamá hizo toda la confección y Dani diseñó a lápiz todo el bordado. ¡Estaba divino! La ilusión con la que fue hecho era evidente... Por otro lado, la mamá de Jaime hizo con muchísimo cariño las flores que decoraron el lugar. Todo fue increíble.

 

Su boda fue una FIESTA, así, en mayúsculas. Celebraron con el corazón y con toda el alma que por fin llegaron al altar y que su "sí" pasó a ser eterno. No faltaron las sonrisas, las lágrimas y tantos abrazos que acogían la felicidad que derrochaban y que los hacía brillar.

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Sentí los nervios y la emoción de Jaime antes de su encuentro con Dani, compartí la alegría de Dani cumpliendo su más grande sueño. Vibré con toda la fiesta, especialmente cuando sonó el mejor intro de "Gasolina" de la historia. Sonreí, corrí y disfruté otra vez como niña.

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Gracias Dani y Jaime por su confianza. Por dejarme ser parte de su día más importante y por hacerme sentir parte de su familia. Les deseo que toda su vida juntos sea un gran baile, y el amor sea su música. Como ese día. ¡Los quiero!